Es bastante común que un jefe sienta celos cuando un subordinado
triunfa y que esto lleve al fin del vínculo laboral.
NUEVA YORK (The New York Times).- Cuando Donald Trump despidió a Carolyn Kepcher, codirectora de su
exitoso programa The Apprentice , los telespectadores se
preguntaron cómo se podía echar de un puntapié a una figura tan conocida y
popular. Pero los asesores laborales y los profesores de administración de
empresas dicen que, de hecho, fue una lección objetiva de lo que puede ocurrir cuando
un protegido invade el halo de notoriedad de su mentor.
En 1995,
Kepcher administraba un campo de golf. Trump la sacó de su oscuridad relativa y
la catapultó a la fama al contratarla como directora del Trump National Golf
Club. En las últimas cinco temporadas, en horario pico, ella se sentó a su lado
en la sala de dirección y le ayudó a decidir la suerte de los participantes. El
éxito la llevó a escribir un libro con un título nada modesto: Carolyn 101.
Recorrió el circuito de entrevistas televisivas y, muy prontas, fue adquiriendo
marca propia. Entonces, Trump la despidió.
El niega
celos o rencor: simplemente, era hora de que ella se marchara. Kepcher tiene 37
años. Trump cree que su sucesora -su propia hija, Ivanka, de 27 años- tendrá
mayor atractivo para un público más joven. "Carolyn era muy buena. Lo hice
por su bien", afirma. Ella dice estar disfrutando de unas vacaciones, pero
también admite que busca trabajo en el ámbito del golf.
Kepcher
dista de ser el primer caso de un subordinado que cae tras haber coqueteado con
la fama. Esto tuvo mucho que ver con la renuncia, en 1996, de William J.
Bratton, por entonces jefe de la policía neoyorquina. La caída vertiginosa del
índice de criminalidad urbana lo puso en el candelero. Su patrón, el alcalde
Rudolph W. Giuliani quedó relegado. Poco después, Bratton renunció
sorpresivamente. En una entrevista para The New Yorker, declaró: "Rudy fue
un líder político fenomenal, pero ahora intenta reinventar la historia porque
le resulta insoportable compartir el escenario con otro".
Según
Jeffrey A. Sonnenfeld, profesor en la Yale School of Management y fundador de
su Chief Executive Leadership Institute, tener celos del éxito de un protegido
es el síndrome clásico del jefe cuya identidad se ha fusionado con su trabajo y
posición a tal punto que no se puede imaginar en ningún otro puesto. Defiende
celosamente su cargo, a veces al extremo de elegir por sucesor a un figurón
incapaz de superar sus logros. En esta última década, Philip H. Knight,
presidente del directorio de Nike, reasumió tres veces la presidencia ejecutiva
de la compañía, luego de haber despedido a otros tantos sucesores.
Choques
casi inevitables.
Los
choques entre jefes y subalternos ambiciosos están bien documentados. Veamos
cómo lo explica Michael Morris, profesor de administración en la Columbia
Business School, basándose en una teoría de Abraham Tesser, profesor retirado
de la Universidad de Georgia. Frente al éxito de un empleado que estuvo bajo su
tutela, un jefe se complace en recibir un reflejo de su gloria, o bien, cree
ver eclipsados sus propios logros por los de su empleado. "A Trump no le
habría importado que Kepcher gustara por su peinado. Eso no es algo de lo que
él se enorgullezca -señala Morris, a modo de ejemplo-. Pero si el público dijo
que ella tenía mejor criterio que él, podrían asomar los celos."
Por lo
común, las relaciones entre un mentor y su protegido se deterioran por falta de
comunicación. Así opina Karen Lucas, propietaria de Executive Coaching
Partners, en Chicago, con 20 años de experiencia en asesoramiento. "Tiene
que pedirle consejo y orientación a su jefe. Tiene que actuar en forma centrada
y estratégica respecto de lo que intenta lograr -prosigue-. Pero también debe
ser políticamente astuto y evitar los enfrentamientos."
"Un
protegido puede buscar las señales de que está hiriendo los sentimientos de su
mentor", aconseja Sonnenfeld. Si éste es el fundador de la compañía, su
discípulo debe determinar si se identifica con ella o si adopta un enfoque más
comunitario.
La
composición del directorio también puede ser reveladora. Sus miembros, ¿son
acólitos del CEO o verdaderamente independientes? Si uno ya es el heredero
oficial del CEO, deberá preguntarse además por qué lo ha elegido a él para
representar este papel. ¿Lo considera una persona inofensiva o un sucesor
potencial?
"Los
empleados tienen que comprender a quien, como Trump, es no sólo el patrón, sino
también la marca -dice Gail R. Meneley, socia fundadora de Shields Meneley, una
consultora para ejecutivos con sede en Chicago-. Deben reconocer que ellos
nunca estarán en el candelero. Quien piense de otro modo, durará poco."
Según
Sonnenfeld, Trump se quejó de que Kletcher había descuidado la dirección del
campo de golf. "No la censuro -concluye-. La he conocido personalmente; es
una mujer encantadora. Cuando alguien trabaja junto a una persona carismática,
alcanzado por su halo, y empieza a atribuirse ese resplandor que, en realidad,
sólo refleja, está en una situación difícil."
Espero que esta
información haya sido de utilidad para usted.
Saludos cordiales.
José G. Quintero E.
Email: jquintero9@gmail.com
www.teruliagerencial.blogspot.com
Twitter: @jgqe
Fuente:
http://www.lanacion.com.ar/853367-no-esta-bien-visto-que-se-eclipse-al-mentor
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