martes, 21 de octubre de 2014

¿Puede un cambio de imagen salvar una carrera profesional?




“Parece que desde que la vi, las cosas han mejorado”, dice una ejecutiva de ventas de 42 años.

No se refiere a una visita a una doctora o una psiquiatra, habla de una asesora de imagen.

La mujer trabaja para una importante compañía y lo de acudir a una profesional de la imagen no fue una idea suya, se lo pidió su jefe, un hombre.

Lo que le aconsejó, con el argumento de que así vendería más, fue que dejara de parecer tanto una contadora o abogada y más una comercial de éxito.

La empresa pagó por la sesión con la asesora de imagen quien se encargó de revisar todos los aspectos de su apariencia, incluida la ropa, el maquillaje y el pelo.

“En el fondo, sabía qué hacía falta un cambio, pero no tenía claro qué”, dice.

Es muy pronto para saber si de verdad han ayudado en las ventas los sutiles cambios que experimentó: un nuevo corte de pelo, ropa más colorida y que le sienta mejor, y nuevos accesorios.

Asegura, un poco ansiosa, que tampoco es que antes no fuera atractiva. De todos modos prefiere que su nombre no aparezca en esta nota.

Sus reticencias no sorprenden. Pese a que vive en un mundo obsesionado con la imagen y donde la apariencia es algo que se critica con frecuencia, hay una especie de consenso en que en el trabajo no debería importar tanto, que lo que cuenta es el rendimiento.

Burlas

El mundo se burló cuando se filtraron las 44 páginas del código de vestimenta del banco suizo UBS con normas sobre todos los aspectos de la apariencia del personal que trabaja de cara al público.

El documento hablaba de todo, desde la ropa interior adecuada hasta la importancia de los cortes de pelo regulares.

Y algo parecido pasó cuando el bufete Clifford Chance emitió un informe para su personal en Estados Unidos con el título “Hablando con efectividad” que dedicaba todo un capítulo a la moda. Muchos lo tacharon de paternalista y sexista.

El documento incluía pasajes del tipo “piensa en Lauren Bacall, no en Marilyn Monroe” o “nadie escuchó a Hillary (Clinton) el día que apareció enseñando el escote”.

Aunque la compañía no acertó con el tono, no son los únicos que han ofrecido consejos a su personal sobre su apariencia.

También la firma de contabilidad PwC enfatiza la importancia de la imagen a los recién graduados que se incorporan a la empresa.

PwC señala que la gente se hace una idea de quién es la persona que tienen delante en los primeros 30 segundos, y por eso lo crucial del aspecto para determinar cómo van a ser recordados.

También tiene un código de vestimenta para el personal en el que habla de “profesional moderno”. Dice que eso hace que se puedan vestir menos formalmente pero siempre como gente de negocios.

No en vano, Sarah Churchman, directora de Diversidad en PwC, reconoce que es un asunto controvertido.

“Cuando tocamos el tema de la apariencia en el contexto de la imagen, hay divisiones. La gente prefiere pensar que no importa, pero en el fondo saben que sí. Todos asumimos cosas respecto a las personas por el aspecto externo”.

No es sobre Ropa

Karen Pine, profesora de Psicología de la Universidad Hertfordshire (Reino Unido), dice que sus investigaciones concluyen que lo que una persona viste causa un gran impacto en los otros y también en sus oportunidades profesionales.

Según Pine, las mujeres que van “un poco provocativas” son juzgadas como menos competentes y por tanto tienen menos tendencia a ser promovidas.

Del mismo modo que un hombre con un traje pasado de moda es juzgado como alguien con menos éxito que un compañero que lleva uno hecho a medida por un sastre, comenta.

Hay también cada vez más indicios que sugieren que la apariencia no afecta sólo a cómo una persona es percibida sino a su desempeño.

Pine cita un estudio hecho en Alemania acerca de cómo se sentían las personas cuando se vestían de manera formal y cómo cuando iban más casual.

La conclusión fue que eran más propensos a describirse como personas ordenadas y estratégicas en ropa más elegante, y más despreocupados y torpes en ropa menos formal.

Algo parecido, comenta Pine, sucedió en una aerolínea que experimentó con ropa casual y tuvo que volver a los uniformes porque así era como los empleados se sentían más seguros.

“La gente, inconscientemente, asume algunos de los atributos y características asociadas con su vestimenta. Sólo en el año de mi investigación descubrí que ponerse una camiseta de Superman afecta a cómo de fuertes y superiores se siente alguien”

Suficiente Autoridad

Juliet Hughes-Hallet, presidenta de Smart Works, una ONG que ofrece ropa de alta calidad y consejos estilísticos para mujeres sin trabajo de bajos recursos, dice que se centra en la apariencia por ese motivo.

“Por supuesto que se trata de la ropa. Suele afectar a las emociones. Ellas literalmente no pueden creer cómo se ven. Vislumbran posibilidades donde antes no estaban. Les da autoestima”, dice Hughes-Hallet.

La asesora de imagen Jennifer Aston dice que los clientes que le llegan de las grandes empresas suelen estar al borde de una gran promoción.

Recientemente, trabajó con un hombre que esperaba por un puesto de presidente ejecutivo y lo ayudó a conseguir una imagen de “suficiente autoridad” como para representar a la empresa tanto en la televisión como con los clientes.

Los cambios con los que le ayudó incluyeron trajes mejor ajustados, un corte de pelo y nuevos anteojos.

“Muchos dicen que es algo superficial, pero la forma en que te presentas en el trabajo puede hacer una enorme diferencia a la hora de tener éxito”.


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José G. Quintero E.
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