viernes, 21 de febrero de 2014

Satisfacción del cliente. Gestionar de un modo inteligente los tiempos de espera.



Una de las causas que más comúnmente arruinan la satisfacción del cliente es un excesivo tiempo de espera.

A todos nos ha pasado y nos ocurre cada vez con mayor frecuencia, porque la vida ha tomado un ritmo acelerado y perder tiempo a causa de un servicio deficiente nos pone de muy mal humor.

Dejar a un cliente en espera es como colocar el agua en el fuego. Cuanto más tiempo esté allí, mayor temperatura alcanzará. No querrás que llegue a hervir, ¿no es cierto?

Aguardar en la sala de espera del médico porque se han atrasado los turnos, esperar a que un empleado busque la información para nuestro trámite, esperar en la fila de una caja que avanza muy lentamente, aguardar a que se desocupe la persona que tiene que atendernos…

Son situaciones cotidianas, que afectan la satisfacción del cliente, y que debes aprender a gestionar inteligentemente para preservar la calidad de tu servicio.

a) Cómo identificar los tiempos de espera

Para abordar el problema, lo primero es realizar una correcta identificación del tiempo de espera. ¿Qué es un tiempo de espera?

Es simplemente el tiempo que transcurre entre una y otra interacción del cliente con la organización (con un empleado en persona, con una máquina, con alguien en el teléfono…).

Entonces, el primer paso para identificar los tiempos de espera, es enumerar, en orden cronológico, la secuencia de interacciones del cliente con la organización.

Ejemplo:

El cliente ingresa al centro médico
El cliente toma un número
El cliente es llamado por su número
El cliente es atendido en el mostrador
El cliente entrega la documentación al empleado
El cliente recibe instrucciones para ser atendido por el médico

En este ejemplo, el tiempo que transcurre entre cada uno de estos pasos es un tiempo de espera. Claro, puede ser insignificante (como entre que llega y toma su número) o llegar a tornarse crítico para su satisfacción (como el tiempo entre que toma el número y es llamado por su número).

b) No todos los tiempos de espera afectan del mismo modo a la satisfacción del cliente.

El segundo paso es clasificar ese tiempo de espera según el riesgo que representa para la satisfacción del cliente.

No todos los tiempos de espera son iguales. Tenemos tiempos activos, y tiempos pasivos (siempre desde la perspectiva del cliente).

Un tiempo activo para el cliente es cuando él tiene el control de la situación. Si bien él está esperando, la espera depende sólo o principalmente, de él mismo. Por ejemplo, el tiempo que demora en entregar la documentación al empleado que lo ha atendido.

En cambio, un tiempo pasivo es cuando el cliente no tiene el control de la situación. Ésta está en manos de la organización. En nuestro ejemplo, serán el tiempo entre que toma su número y es llamado, o entre que entrega la documentación y recibe las instrucciones para ser atendido por el médico.

¿Adivinas cuál de estos tiempos de espera afecta más la satisfacción del cliente?.

Por supuesto, ¡los tiempos pasivos! Aquí tienes la clave para gestionarlos: debes identificar los tiempos pasivos para el cliente y trabajar en ellos.

c)  3 estrategias para gestionar de un modo inteligente los tiempos de espera

Estrategia 1: Minimizar los tiempos pasivos.

La primera estrategia es intentar acotar el riesgo de insatisfacción del cliente reduciendo los tiempos pasivos. Enfocar tu análisis en ellos, reunir a tu equipo, incluyendo especialmente las personas que intervienen en los procesos pasivos para el cliente, analizar las causas de demoras habituales en esos procesos, y proponer acciones que reduzcan esos tiempos de espera.

Estrategia 2: Transformar tiempos “pasivos” en tiempos “activos”.

Esta estrategia se consigue cuando se le asigna al cliente, durante un tiempo pasivo, alguna tarea que él perciba como valiosa para la recepción del servicio.

Podría ser, por ejemplo, completar un formulario que agilice un proceso posterior. Aquí el cliente no sentirá que está esperando que un proceso gestionado por otra persona suceda, sino que es él quien está llevando adelante el proceso de llenar ese formulario.

También podría ser pedirle información sobre sus preferencias para personalizar el servicio a su favor. De este modo, él comprenderá que está aportando información valiosa para sí mismo.

Estrategia 3: Acotar los tiempos “pasivos” y prever medidas de contención para cuando superan lo deseado.

Esta estrategia debe ser aplicada cuando no es posible la primera. En caso de tener el cliente que esperar pasivamente, este tiempo debe ser acotado a un estándar que el cliente mismo debe definir.

Luego, se debe implementar un proceso de contingencia en el caso que se supere ese tiempo estándar. Esta medida evita que la insatisfacción escale, que la temperatura se eleve, aún cuando el cliente no haya todavía manifestado molestia alguna. Se trata de no dar tiempo al cliente de sentirse insatisfecho.

Trabaja en los tiempos de espera de tu servicio, asegura la satisfacción de tus clientes con estas 3 estrategias que, estoy segura, te ahorrarán muchas situaciones tensas, haciendo más fácil la relación con tus clientes, además de hacer más eficientes tus procesos.

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José G. Quintero E.
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