lunes, 18 de mayo de 2015

El Gerente y su compromiso etico y moral.



La actividad gerencial, se ha transformado desde los aportes de Taylor y Fayol (comienzos del siglo 20), hasta los recientes desarrollos de Qualman con su visión de la Socialnomía (Socialnomics), con base en el uso intensivo de las redes sociales (RRSS) a través de la implementación de poderosos dispositivos móviles inalámbricos como herramientas para el apoyo en la dirección, organización, supervisión y control de las empresas, en entornos altamente cambiantes. 
 
Es en este contexto donde la labor del gerente debe estar investida, además de los elementos tradicionales acerca de las cualidades, competencias y conocimientos administrativos, técnicos, tácticos y estratégicos deseables, del micro y macro entorno organizacional, de aquellos elementos descritos por Adam Smith en su obra “Teoría de los Sentimientos Morales”, es decir, el gerente actual debe poseer un profundo compromiso moral y ético, consigo mismo, con sus pares, con su personal de apoyo, con sus grupos de interés, con las estructuras de gobierno (internas y externas), con el ambiente y con el resto del mundo. 
 
Esta necesidad del gerente de reencontrarse con la moral y la ética en el desarrollo de la dirección empresarial, tiene como sustento las evidencias dejadas por hombres y mujeres de empresa, quienes con todos los elementos deseables para ser un buen gerente o CEO (Chief Executive Officer), llevaron a sus organizaciones por un camino un tanto alejado del “deber ser”, ocasionando pérdidas económicas y afectando la credibilidad de sectores completos de actividad económica y empresarial a nivel mundial, por la falta de confianza generada a raíz de este proceder.
 
 
En este sentido, en el ejercicio de la moral y la ética de todos los gerentes, se encuentra la semilla del crecimiento y desarrollo deseable. Es por esta razón que para Aristóteles, el orden moral o de obrar es el que se orienta al fin últi­mo de toda la vida humana[1]. De esta manera, la ética trata de orientar la acción del hombre no sólo para lograr alguna meta particular, sino considerando toda la realidad, orientando el logro de la realización inte­gral del ser humano. Así pues, el gerente que es un individuo de naturaleza racional y está compuesta de un cuerpo sensible semejante a los animales, y de un principio constitutivo inmaterial o espiritual[2], actúa de diversas formas mientras pueda regir su acción.
 
En este orden de ideas, todo gerente con uso de razón sabe que debe hacer el bien y evitar el mal. A partir de esta máxima, es capaz de deducir una serie de normas fundamentales como las de no robar, ni mentirles a las personas, etc. Estas normas se reducen a ser dueño de sí mismo, es decir, no convertirse en jugue­te de las pasiones, no dañando a las demás personas, y esto incluye el saberse alineado con la misión, visión y valores de la organización que representa, sin que éstas vayan en contra de sus creencias y sistema de valores.
Ahora bien, la dimensión moral del acto voluntario o decisión de un gerente está constituida por tres elemen­tos: el objeto, el fin y las circunstancias[3]. El objeto es el que señala el fin propio de la obra, su especie. Es el elemento esencial del acto humano. Puede ser bueno, indiferente o malo. El fin señala la intención del sujeto que obra. Es el elemento principal del acto humano. En casos como el an­terior, el fin podría convertirse en objeto del objeto. Puede ser bueno o malo –pero nunca indiferente-.
Para ser un gerente comprometido ética y moralmente, se exige estar orientado al fin último de toda la vida humana, al bien honesto. Las circunstancias económicas, políticas y sociales señalan los elementos accidentales que rodean al acto voluntario o decisión del gerente, y estas pueden referirse a las circunstancias clásicas: qué, cómo, con qué, con quién, dónde, cuándo, etcétera.
Estas preguntas deben orientar al gerente –junto con los objetivos de la organización- al establecimiento de los mejores escenarios para el desarrollo de las metas empresariales, en un entorno generalmente distorsionado por el interés particular o el de grupos económicos y políticos, que querrán trastocar el compromiso del gerente y su misión a favor de sus propias intenciones. Pero es aquí donde más deben brillar, no solo los elementos éticos y morales del gerente, sino su astucia e inteligencia para lograr sus metas y la de su organización sin quebrantar su compromiso en la búsqueda del bien.
Una de las principales crisis que atraviesa el mundo en la actualidad, no es la económica-financiera, o quizás la lucha por demostrar mayor poder nuclear o tecnológico entre potencias, más bien éstas y otras que podamos pensar, derivan en su mayoría del quiebre ético y moral que los hombres y mujeres de nuestro tiempo, experimentan al alejarse de la verdadera razón para hacer empresa, porque no es solo el dinero o la utilidad, es el bienestar que podamos brindar con lo que hacemos, es crear las condiciones para el desarrollo sustentable de nuestras empresas, nuestros gobiernos y nuestros países, es orientarse por el camino del crecimiento y desarrollo, reconociendo al otro y sus necesidades, asumiendo el compromiso ético y moral de llevar las riendas de una unidad administrativa, una gerencia, una empresa, un país.
Autor: MSc. Aarón I. Olmos R.
Twitter: @aaronolmos
 
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José G. Quintero E.
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[1] El fin del hombre es vivir feliz.
[2] Aristóteles: Metafísica,  Madrid, España, Alianza Editores, Año 2008.
[3] Sánchez, Ángel: Introducción a la Ética y a la Crítica de Moral, Caracas, Venezuela, Vadell Hermanos Editores, Año 2006.
 
 

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