La actividad gerencial, se ha transformado desde los
aportes de Taylor y Fayol (comienzos del siglo 20), hasta los recientes
desarrollos de Qualman con su visión de la Socialnomía (Socialnomics), con base
en el uso intensivo de las redes sociales (RRSS) a través de la implementación
de poderosos dispositivos móviles inalámbricos como herramientas para el apoyo
en la dirección, organización, supervisión y control de las empresas, en
entornos altamente cambiantes.
Es en este contexto donde la labor del gerente debe estar
investida, además de los elementos tradicionales acerca de las cualidades,
competencias y conocimientos administrativos, técnicos, tácticos y estratégicos
deseables, del micro y macro entorno organizacional, de aquellos elementos
descritos por Adam Smith en su obra “Teoría de los Sentimientos Morales”, es
decir, el gerente actual debe poseer un profundo compromiso moral y ético,
consigo mismo, con sus pares, con su personal de apoyo, con sus grupos de
interés, con las estructuras de gobierno (internas y externas), con el ambiente
y con el resto del mundo.
Esta necesidad del gerente de reencontrarse con la moral y
la ética en el desarrollo de la dirección empresarial, tiene como sustento las
evidencias dejadas por hombres y mujeres de empresa, quienes con todos los
elementos deseables para ser un buen gerente o CEO (Chief Executive Officer),
llevaron a sus organizaciones por un camino un tanto alejado del “deber ser”,
ocasionando pérdidas económicas y afectando la credibilidad de sectores
completos de actividad económica y empresarial a nivel mundial, por la falta de
confianza generada a raíz de este proceder.
En este sentido, en el ejercicio de la moral y la ética de
todos los gerentes, se encuentra la semilla del crecimiento y desarrollo
deseable. Es por esta razón que para Aristóteles, el orden moral o de obrar es
el que se orienta al fin último de toda la vida humana[1].
De esta manera, la ética trata de orientar la acción del hombre no sólo para
lograr alguna meta particular, sino considerando toda la realidad, orientando
el logro de la realización integral del ser humano. Así pues, el gerente que
es un individuo de naturaleza racional y está compuesta de un cuerpo sensible
semejante a los animales, y de un principio constitutivo inmaterial o
espiritual[2],
actúa de diversas formas mientras pueda regir su acción.
En este orden de ideas,
todo gerente con uso de razón sabe que debe hacer el bien y evitar el mal. A
partir de esta máxima, es capaz de deducir una serie de normas fundamentales
como las de no robar, ni mentirles a las personas, etc. Estas normas se reducen
a ser dueño de sí mismo, es decir, no convertirse en juguete de las pasiones, no
dañando a las demás personas, y esto incluye el saberse alineado con la misión,
visión y valores de la organización que representa, sin que éstas vayan en
contra de sus creencias y sistema de valores.
Ahora bien, la
dimensión moral del acto voluntario o decisión de un gerente está constituida
por tres elementos: el objeto, el fin y las circunstancias[3].
El objeto es el que señala el fin propio de la obra, su especie. Es el elemento
esencial del acto humano. Puede ser bueno, indiferente o malo. El fin señala la
intención del sujeto que obra. Es el elemento principal del acto humano. En
casos como el anterior, el fin podría convertirse en objeto del objeto. Puede
ser bueno o malo –pero nunca indiferente-.
Para ser un gerente
comprometido ética y moralmente, se exige estar orientado al fin último de toda
la vida humana, al bien honesto. Las circunstancias económicas, políticas y
sociales señalan los elementos accidentales que rodean al acto voluntario o
decisión del gerente, y estas pueden referirse a las circunstancias clásicas:
qué, cómo, con qué, con quién, dónde, cuándo, etcétera.
Estas preguntas deben
orientar al gerente –junto con los objetivos de la organización- al
establecimiento de los mejores escenarios para el desarrollo de las metas
empresariales, en un entorno generalmente distorsionado por el interés
particular o el de grupos económicos y políticos, que querrán trastocar el
compromiso del gerente y su misión a favor de sus propias intenciones. Pero es
aquí donde más deben brillar, no solo los elementos éticos y morales del gerente,
sino su astucia e inteligencia para lograr sus metas y la de su organización
sin quebrantar su compromiso en la búsqueda del bien.
Una de las principales
crisis que atraviesa el mundo en la actualidad, no es la económica-financiera,
o quizás la lucha por demostrar mayor poder nuclear o tecnológico entre
potencias, más bien éstas y otras que podamos pensar, derivan en su mayoría del
quiebre ético y moral que los hombres y mujeres de nuestro tiempo, experimentan
al alejarse de la verdadera razón para hacer empresa, porque no es solo el
dinero o la utilidad, es el bienestar que podamos brindar con lo que hacemos,
es crear las condiciones para el desarrollo sustentable de nuestras empresas,
nuestros gobiernos y nuestros países, es orientarse por el camino del
crecimiento y desarrollo, reconociendo al otro y sus necesidades, asumiendo el
compromiso ético y moral de llevar las riendas de una unidad administrativa,
una gerencia, una empresa, un país.
Autor: MSc. Aarón I. Olmos R.
Twitter: @aaronolmos
Email: aaronolmos@hotmail.com
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José G. Quintero E.
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[3] Sánchez, Ángel: Introducción a la Ética y a la Crítica
de Moral, Caracas, Venezuela, Vadell Hermanos Editores, Año 2006.
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